martes, 19 de abril de 2011

AL FILO DE LO IMPOSIBLE




Ahora ya tenemos excusa para disculpar a Francia de su decisión de bloquear los trenes con inmigrantes del Magreb, desde Italia. Lo  ha comprendido, respaldado y autorizado la Comisión Europea.  Bruselas entiende que a Francia le asiste todos sus derechos, y que el orden público es suficiente razón para tomar la decisión de  un cierre temporal.
Las revueltas árabes han empujado masivamente a millares de sus ciudadanos a emprender la huída  de sus países para buscar acomodo en Europa, vía Italia.
A la inesperada actitud por parte de Sarkozy  y   la respuesta airada de Italia se suman los ultraderechistas de Le Pen,  con su argumento de que solo una salida de Francia del espacio Schengen facilitará el control de las fronteras.  El Partido Socialista , en boca del senador Assouline, afirmando que los tunecinos disponen de documentación oficial en regla para su desplazamiento por el espacio Schengen. Y la eurodiputada exministra del bando conservador , Rachida Dati, haciendo hincapié en la tragedia de tanta marea humana,  desplazada.  Aunque más que eso, en el alto riesgo de que proliferen con fuerza las bandas de mafias y contrabandistas, evidentemente en contra del espíritu  del Convenio de la política de inmigración europea, hasta ahora mantenido.
En medio de tal confrontación, de confusión,  ¿Qué expectativas sobre su futuro inmediato albergarán los principales sujetos  pasivos humanos de la desestabilidad?  Visto lo visto, parece claro que les aguarda un nada halagüeño  destino, vagando por donde buenamente  se les asigne y  permita el paso. O malamente, para ser precisos.
Mientras la inmigración tenga  en exclusiva nombre y apellidos de desfavorecidos por el sistema, pocas mejores soluciones se esperan.
El Éxodo bíblico aún está plenamente vigente. Imposible hoy por hoy que todos seamos ciudadanos del mundo, al paso que vamos.

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