Después de la amnistía fiscal a base de subir impuestos al intrépido contribuyente, usted y servidora podemos ser uno afortunado. Después del sermoneo indecente de un purpurado aconsejando desde el púlpito cómo curar la homosexualidad. Después de las maniobras burdas de la (des)gobernación sajando en vivo a la Educación y la Sanidad, de preferencia ambas Públicas, soñé, como Martin Luther soñaba, que ya no era posible imaginar mayor descalabro en tiempo récord.
Ilusión óptica era tan solo. 'Realmente' faltaba la guinda y ésta se sirvió en su jugo en el incomparable marco de un catorce de abril. A los encendidos viva la República siguieron disimulados y tímidos viva el Rey, al cual se le deseaba pronta y ejemplarizante cura toda vez que la cadera rota urgía intervención, mientras que los paquidermos podían esperar no dándose por enterados del lío mayúsculo a que dieran lugar. Pobres animales del África de la hambruna y el marfil.
Los ministros y sus ministerios con sus respectivas carteras bajo el brazo bastante tienen con desahogarse entre reformas, bancas europeas y banqueros españoles de pro, que encima tengan que saltar a la arena a lidiar elefantes como toros disimulando irresponsabilidades y cinismos que, esta vez no, no son imputables ni de lejos a la demagogia del pueblo llano, ni a la herencia.
La caza se ha pospuesto por razones obvias y por lo que todos entendemos como un castizo 'mala pata'.
Ahora pasamos cuentas de rosario entre los dedos y aguardamos impasibles alguien se digne explicar con cordura lo que solo tiene tintes de increíble.
Demasiadas fechorías en tiempo 'real' y sobrantes roturas en nuestras cuentas al fisco.
No quedando más maestros armeros a quienes reclamar, que las urnas se los tragaron, ni benefactores a los que mendigar medicinas, habrá que pedir cita y hora para nos vean ...aunque sea por rayos.
'-Es que las dudas me incomodan, doctor. No sé qué es lo que tengo'.