miércoles, 6 de julio de 2011

EL HAMBRE O LAS GANAS DE COMER



Qué contradicciones ocurren con la alimentación así, a  barullo, en general.
Nunca como ahora se sabía tanto del tema, ni se concedía suficiente importancia e información.
A lo sumo de siempre hemos sabido lo bueno que resulta para  la salud una dieta puramente mediterránea. O lo excelente del tomate del terreno, o lo aconsejable de un buen pescado azul.
Eso era antes. En los últimos años, temporada sí y temporada también nos da una sacudida alimentaria, en forma de plaga o catástrofe que nos deja sin respiro.
Varias muestras, varios botones:
Vacas locas. ¡La que se organizó!
Las gallinas aquellas chinas.
El aceite de la colza. ¡Memorable!
Los vaivenes de la merluza y los bichitos que la invaden.
Los mejillones cebra.
Los verdes y recientes pepinos.
Y por fin llegamos al mercurio. Y el atún que se nos cae por los suelos.
Es de suponer que tan serias amenazas para la salud solo se consideran con identidad en el mundo civilizado, desarrollado y pudiente.
Porque en qué se puede sentir afectado el amplio, casi total, mundo del  subdesarrollo,  y sobre todo el mundo de la pobreza extrema, en que la subsistencia apenas contempla dos cucharadas de papilla de harina.
¡Qué imagina esta parte sufriente del mundo  sobre lo pernicioso de la ingesta de atún...si  [el atún] jamás figurará en un plato de comida!
En tanto se resuelve el peligro mercúrico, echaremos mano de otras suculentas alternativas alimentarias. . Muchas y por fortuna variadas. A lo sumo sobrevendrá algún desequilibrio en el mercado,  de poca monta.
Y a cambio alguien tendrá preparada la vacuna antídoto conveniente para que nada malo irremediable nos ocurra.
Antiguamente comíamos de todo y solo contábamos con la protección del ángel de la guarda, que  no nos dejaba ni a sol ni a sombra. Por sorpresa, ahora nos comunican  que podemos estar en serio riesgo por un sabroso bonito con fritada. Qué extraña paradoja. ¡Qué verde está mi valle, exclamo con estoicismo!
Y suenan otra vez las alarmas habituales, salvo que se nos induzca a combatir algún proceso cancerígeno.
Es sorprendente, por otro lado, saber que lo que hoy día es garantía saludable alimentaria hace unos pocos años era considerado casi veneno puro. Ni el curare, vaya, era tan dañino como el aceite de oliva, por recordar un ejemplo.
De momento nos dejan quieta, fuera de elucubraciones sanitarias, la rica leche materna.
Se queda libre debe ser porque no la amenaza ninguna marca comercial. Como lo natural no hay nada.
Al menos la infancia  lactante queda protegida bajo seguro.
El resto, una de dos o nos morimos envenenados o pasamos directamente a la huelga de hambre. Hasta que nos eliminen el mercurio, por lo pronto.
Un salmo, dos a lo sumo, a cambio, nos pondrán en onda sonora adecuada. En serio

1 comentario:

  1. Esto es tremendo, cada vez sacan mas pegas a lo que nos llevamos al estómago, y como bien dices en algunos lugares no tienen que llevarse a la boca, lleva unos pepinos y atún estos paises y diles que no se lo coman que se pueden morir (que ironía),¿es una jugarreta de la vida?.
    Es curiso cuando dan noticias de este tipo me da por pensar que toca perjudicar a un sector determinado para enrriquecer a otro sector.
    Pués sabes que te digo...que yo a comer atún y pepino (con su piel, antes me lo pelaba).

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