jueves, 13 de octubre de 2011

LO PASADO, PASADO



"Al césar lo que es del césar. Al prójimo, como a ti mismo"


A estas alturas, todo hace pensar que el personal   anda dividido entre el miedo y la esperanza.  No solo en nuestra casa, a la que a diario practicamos la barrida y limpieza correspondientes. . El miedo y la esperanza es tónica universal. De preferencia en Europa.
Nos lo recuerda sabiamente   Brierley,  experto en habilidades humanas en el aula.
Es cierto que la emoción es elemento imprescindible para aprender. La emoción nos permite en primer lugar sentir. Luego seguirá recordar lo sentido  para transformarse en experiencia. En enriquecimiento personal.
No hace falta insistir por ejemplo en que cada vez menos gente vota. Menos gente se involucra en asuntos comunes más allá de lo estrictamente necesario. 'Laiser faire' y desprovistos de emotividad, abonamos el terreno a la inexperiencia.
Miedo   versus esperanza: Lo conocido frente a lo innovador.
Pero nuestros agentes adheridos  a la política, arte supremo de gobernanza de pueblos, de Estados, de países,  no se entregan al servicio de lo público. Y se instala sin remedio el miedo  atenazante.
 Y la democracia no atisba caminos de salvación si no es que se produzca un cambio  profundo en la educación:  La inmanente de la familia y la propiciada en las aulas. Públicas y Privadas.
Sin descender a más detalles, es hecho cierto que la escuela  se vuelca con entusiasmo pueril casi en el PASADO. En el legado de cuanto se sabía hasta ahora , a partir de contenidos medibles o evaluables. En otra dimensión queda postergado lo que cada alumno pueda asimilar y aprender volcando su particular  individualidad.
Volvamos a la esperanza. También al miedo que, quiérase o no, va ganado terreno peligrosamente.
Esta instalada y asentada cultura de las pruebas y exámenes echa por tierra la labor de los profesores y aboca a los alumnos al temido fracaso escolar. De continuar con la única manera de entender la educación como evocación, repetición y conservación de lo PASADO, será un hecho que quedarán  colapsadas  la  creatividad  y la búsqueda de nuevas oportunidades.
Ni más ni menos, se materializarán las dos caras de la misma moneda. A, de miedo. B, de esperanza.
Las generaciones de jóvenes profesores tendrán mucho que decir con su empuje por hacer las cosas de otra manera. Por insuflar aires nuevos de esperanza , naturalmente.
Es un enigma hoy por hoy, a una cuarentena del 20-N,  saber o adivinar el papelón que nos promete y jura  por su  (des) honor la jerarquía  veladamente  ya en el  podium del poder, suponiendo que a la educación NI LA TOQUEN.
Esa será otra harina de otro costal.
Volveremos a la carga. Es  lo lógico y prudente






2 comentarios:

  1. Mi peque quiere ser profe,supongo que a medida que pasen los años,pueda cambiar de pinión o no,pero desde luego tal y como se las gastan los politiquillos utilizando la tijera,a saber lo que quedará de educación y en qué estado.
    ¿He dicho estado?
    Ufff, se me fue la lengua.
    A lo mejor le trae más cuenta dedicarse de lleno al ballet,que es su otra profesión deseada.
    Un bailoteo y que le quiten lo bailao a ver si pueden!
    Besos.

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  2. Gostei de a ler. A escolha musical é magnifica.

    Um abraço
    oa.s

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