domingo, 19 de junio de 2011

DE MEMORIAS, AYER Y HOY




Los datos cantan. Y si no, al menos cuentan. La cosa va de relaciones y de matrimonios. De los que fueron de verdades y por  un 'sin más que más', se vinieron abajo. De esos otros que la modernidad   ha consumado diferentes. De los clásicos, por antiguos, que solo los sustentó una boda previa. De los de toda la vida o buena parte de ella, en que las riendas para no sentar precedente recayeron en solo uno de los cónyuges, uno de los dos,  el desfavorecido,
abocado a la obediencia ciega, ya se sabe de quién se trata cada pieza.
Con todo,  no podemos soslayar las diversas nuevas relaciones  que surgen y van en progresivo aumento, basadas en la igualdad que la sociedad española  va asumiendo, y aceptando con normalidad, si se las compara con las estructuras familiares,  seguramente de corte más democrático y más avanzado , como en otras sociedades europeas, ejemplo de democracia y prosperidad.
A  la manera secularmente tradicional, entre hombre y mujer, o mujer y hombre, va sumándose  como hito novedoso  otros modelos que toman inusitada fuerza  de ley, asentando las bases para que todos puedan formar una familia:  Solteros con sus hijos,    parejas del mismo sexo.
Lo que hace treinta años,  por impensable, era para llevarse las manos a la cabeza, hoy en día se acepta de manera exenta de traumas, o los mínimos y atenuados.
Sin embargo, no se olvide la distinta 'sensibilidad oficiosa' -dejémoslo ahí- que manifiestan determinados grupos de poder, no precisamente mediático, cuando han de pronunciarse públicamente en los parlamentos, o en los foros o debates, máxime ante elementos con los que deben congraciarse rindiéndoles  pleitesía:  El clero omnipresente,  siempre  al quite, la Iglesia censora, siempre amonestadora,  y por qué no, un gobierno que no soporte embestidas, más de las soportables  cuando la ley se presume  nos hará pupa.  Dicho esto,  sin embargo  es palpable y plausible   el logro de libertades individuales,  también de derechos,  que asiste a tan amplísimo colectivo, va siendo ejército millonario, que un día decidió romper el vínculo con su pareja y se propone rehacer su vida. Sin olvidar tampoco la ignominiosa 'marca' con que se signaba a determinados hijos:   Con nuestra Constitución vigente, afortunadamente   ¡por fin! todos los hijos son iguales ante la ley,  de lo que se sigue que todos los ciudadanos nacen legítimamente, sean quienes sean sus padres y la relación que los vincule.
Poco queda ya que no sea para el recuerdo de lo que hasta relativamente hace pocos años era el panorama, espejo familiar y matrimonial en que la mayoría nos mirábamos.
A los fatales  "hasta que la muerte nos separe" , o  "en la enfermedad y en las adversidades" o ese más coquetón  "contigo pan y cebolla"  se adhieren con carta de naturaleza  otras realidades infinitamente menos románticas, por  ser más de justicia:  A una institución jerárquica, de poderío del padre o del marido,  porque tal cual lo estipuló una bendición  sacramental,   le gana terreno una institución democrática, con derechos reconocidos a las mujeres y a los hijos, por  qué no.
Así éramos, ¿recuerdan?  Así nos estamos transformando, mal que pese a quien pese.





































1 comentario:

  1. Los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad no son fruto de pocos días. Comenzaron hace años y se manifiestan ahora con toda su fuerza. El clero siempre remiso a que la situación cambie, a que dejen de poseer el poder de cómo debemos actuar, de cómo debemos pensar va cediendo. Se va aflojando la enorme argolla con que nos tenían atados el cuello, nuestros cuellos. El cambio está en marcha. Que las sotanas desaparezcan sería lo mejor que nos podía suceder.

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