domingo, 1 de mayo de 2011

POR MUCHOS AÑOS



A partir de ayer, con toda razón podremos tranquilos sacar a relucir el  'y comieron perdices' con que se suele dar por terminada una celebración a la que nadie nos ha invitado.
Eso  es: Que coman hasta hartarse. Con este evento, no por anunciado menos imponente, coronamos  sin apenas darnos cuenta  toda la gama  de imprevistos en el mes de las aguas mil. También de las glorias No hace falta recordarlos. Bastantes quebraderos de cabeza nos han ocasionado. Como colmo de los colmos  se asomaron los fanfasmas.  Han recorrido Europa de parte a parte: El del comunismo, con una salud de hierro gracias a la China, banco del mundo. El  fantasma de Chernobil, reencarnado en Fukushima.
El de los francotiradores, tiranos, desertores y traidores de toda la faz medio oriental.  El fantasma aún ataviado de sayones blancos, por la séptima colina vaticana. Mucho fantôme.
Desde ayer mismo, el definitivo para ser digerido como talismán: Lady Di, Diana de Gales.
En esta ocasión, el auténtico icono mediático lo  refundieron  su propio hijo Guillermo y Catalina. Se diría, contemplando el boato esplendoroso de la boda,  que renacía  con fuerza  el culto a la celebridad, no del todo desaparecido, pese a la muerte real  acaecida hace una larga década.


"Diana aprendió a explotar el baño de popularidad hasta convertirlo en el yugo vengador. Se adiestró en el control de los incontrolables medios de comunicación. Es un triunfo póstumo que, tras la boda de ayer, Diana sea una nueva Rebeca, el poderoso personaje de Daphne du Maurier que desde un cuadro y el más allá domina la vida de los que continúan vivos."
Tras la muerte, hacen acto de presencia los fantasmas.
Ayer, en la boda de  Guillermo , el legado de la Princesa Diana  era la mezcla de tradición, pompa y cultura pop: Elton John avanzando junto a su esposo, David Furnish. Los Beckham, espléndidos al máximo.  Los príncipes de Asturias.
En la celebración evento-aspaviento-real-británico de ayer reinó el  frenesí mediático. Igual que ocurriera  tiempo atrás con Diana, los gestos, las reacciones, las composturas fueron de nuevo culto absoluto a la celebridad.  Y el pueblo británico, el que lo prodigó  y realzó con su aplauso sin límites.
El cuarto fantasma se justifica con la aparición en escena, como surgida del  aire, de la beatificación de Juan Pablo II, casi simultánea con la boda.
Y la casual coincidencia  curiosamente con las palabras  avinagradas de quien abanderaba la información 'objetiva' desde el canal público, en tiempos de tiranía democrática. Por entonces nominado periodista de la casa, señor Urdaci. Hoy, descoyuntado de risa, dice, puede ser un fantasmagórico ejemplar de la información. O si se prefiere, fantasma de otro orden. Por qué no.
Hoy hasta los fantasmas han celebrado el Primero de Mayo.
Para todos, gloria y glorias por largos años.








3 comentarios:

  1. ELLOS SE LO GUISAN Y ELLOS SE LO COMEN. MIENTRAS UN PUEBLO ABORREGADO, SOMETIDO SIN DARSE CUENTA AL SISTEMA QUE ELLOS HAN IMPLANTADO PARA SU BENEFICIO, APLAUDEN Y VEN BIEN TODO ESTE TIPO DE CELEBRACIONES SIN MIRAR PARA SU CASA, DONDE PROBLEMAS Y PROBLEMAS SURGEN A DIARIO SIN QUE ELLOS SOLUCIONEN DICHOS PROBLEMAS. EN FIN TODOS ELLOS SON UNOS FANTASMAS QUE VIVEN DEL PUEBLO PERO NO PARA EL PUEBLO SINO PARA SUS INTERESES PROPIOS. GRACIAS POR PASARTE POR NUESTRO BLOG Y POR TUS COMENTARIOS. BESOS...

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  2. Lo triste es que aún siendo ellos los protagonistas del evento, la boda era un calco de la de sus padres y Diana no se quedó en el recuerdo sino que estuvo presente en cada gesto convirtiendose ella realmente en la protagonista.
    Esta bien que esté en la mente de todos pero los que de verdad tenían que brillar eran los novios.

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  3. Olá Pilar,

    Muito obrigado pelos comentarios em meu blog. Sua opnião é muito importante pra mim.
    Prometo escrever algum poema citando esse intercambio entre Brasil e seu país.

    Beijos,
    Eduardo

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