viernes, 27 de mayo de 2011

LA HORA DE DANTE



Me parece irreal como si todo hubiera sido nada más que una pesadilla postoperatoria.
Es lo que tiene las cosillas de este mundo: Que se pasan. Y hasta que no queda ni rastro. Como un meteoro. Como una lluvia de estrellas, que ni te enteras.
Puesto que  hoy va siendo hora de recoger las velas hasta el próximo embate, me avengo al pensamiento unificador de la OCDE, que está convencida de que para rato hay caldo con lo del paro y la crisis y el contranatura que alguien ingenuo malpensado anunciaba apenas unas semanas atrás.
Nada de eso. Habrá que esperar quince años, tiempo suficiente para que nuestros chicos, (los míos) acaben
la Facultad y los Erasmus, o lo que por entonces haga furor universitario por Europa, hasta que empecemos a ver la luz. Esa que dicen se ve cuando se termina el túnel. La luz que se traducirá en el empleo al cien por cien. Que será presumiblemente época de vacas gordas. Vacas tetonas y teutonas bien puestas. Y nuestros chicos (los míos) ¿Dónde andarán por entonces? ¡Quince años! Toda una vida se me antoja.
Este club de países industrializados al menos se moja con el plan de ajuste del Gobierno español. Pero naturalmente ese susodicho club puede decir misa, si sabe o si gusta. Los clubs nacionales de por aquí patalean diciendo oro parece plata no es. Y así se ha montado la que se ha montado. ¿Lo saben, verdad?
Mi familia 'política'  se dispone a recapitular la situación en cuanto se reponga un poco en la sala de reanimación...
Yo me abstraeré con la oración de Dante. No veo cosa mejor hoy por hoy. Disculpen ustedes que saben de mi precaria salud mental. Remitirá, se lo aseguro.

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