martes, 9 de agosto de 2011

BREVE VIDA BREVE



En estos tiempos de crisis,  declarada ya patrimonio de la humanidad,  resulta una auténtica  pirueta transitar por cualquier calle más de diez minutos sin eludir la presencia de al menos un pobre de solemnidad. De esos que según el dicho no tienen donde caerse muertos.  Traducido a vivos, sin un pan que llevarse a la boca.
Los pobres nos han cercado. Han constreñido nuestro entorno, que en épocas de bonanza era solo un jardín. Rico pensil de aromas de riqueza. Dios, que, caso de existir, no es tonto  ni es ciego, se tropieza con sus colegas los pobres, y los anima a abandonar su estatus miserable para  echarse en brazos de otra más alta esfera social.  A dios no le gustan los pobres, está visto. Nunca le gustaron aun habiendo   hipotecado  su vida toda en favor de los marginados, hasta la muerte en una cruz clavado.  Claro que eso pasó  hace dos mil años, creo recordar, cuando por no exirtir, ni los pobres solemnes existían.  Y no lo de ahora como tiempo real, real y breve  con pobres en nuestra diestra y en nuestra siniestra.
A dios le molestan los pobres. Por tanto es más que verosímil podamos encontrarlo enfrascado codeándose con los inolvidables ricos de profesión, al estilo compadre Camps, vestido y calzo.
Entre  los de la Indignación  y dios  aún no ha surgido una corriente  purificadora  pero  ha dado los frutos deseados:  Ahí van las unidades de limpiea callejera metiendo mano y brochazo por las vías públicas. Para cuando llegue ondeando sotanas y alzacuellos el papaderoma,  y que pise tierra limpia allá por donde  vaya. Y que pueda, libre, besar la tierra literal que lo acoge. Heróico  todo: Los pobres.  Los ricos solemnes y aun los ricos aquellos que también lloraban en el serial.
Los  mediados ricos y los del espíritu  pobre que jamás se encontrarán con dios. Demostrado.
He   visto a los pobres aireando su silenciosa pobreza, ¡Qué si no!, por las calles ahogadas de deterioro y maleza aquí, al lado en la vecina tierra lusa. No traslucía demasiado su preocupación, ahora, cuando sus votos precisos han confiado el poder íntegro a un gobierno de derechas.
Los pobres son los pobres. Así los hizo dios.
Seguiré encontrándolos irremisiblemente a dos manzanas de mi calle céntrica. Paseando igualmente su crisis asfixiante y su pobreza más que insólita.
Claro que mis pobres, a los que me sumo, adivinarán seguramente que riqueza arrastra riqueza: Y votarán en conciencia un gobierno siniestro,  con marchamo discreto,  ¡al  derecho, pura sangre!
Así nos hizo la coyuntura democrática:  Como en breve vida breve, a la derecha de dios.


3 comentarios:

  1. Está claro que has vuelto, corazón. Lo primero darte las gracias por tus aportaciones y ayudarme en mi negligencia lingüística, y lo segundo sumarme contigo a los pobres que se han hecho más pobres en medio de este carnaval político de derechas de leyenda e izquierdas de boquilla. Nada es lo que nos cuentan, amiga. Eso lo vamos descubriendo mientras se nos comen el desempleo y los eres.
    Lo tercero mandarte un beso muy gordo.

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  2. Suena terrible,pero es justo así tal como dices.
    Jamás entenderé como de la pobreza,la de antes menos pobre y la de ahora que va recrudeciéndose por momentos,se puede pensar en que la salvación pasa por esos ricos que tan evidentemente los hacen(nos hacen)de lado para no enturbiar su brillante posición.
    Dios,de un tiempo a esta parte,creo que se ha olvidado de todo,se está echando una larguísima siesta, de la que cuando despierte se llevará la sorpresa de que en el mundo sólo habrá gente bien y de un potencial económico y social sin límites.
    De los otros,la mayoría,indignados o no...ni los restos.
    No me fastidies si no es para indignarse!!!
    Y que haya gente que los ponga a parir es el colmo de lo que dices y digo.
    Besos y perdona el desahogo.

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  3. No sé ahora muy bien, si fue García Márquez, o Saramago quien dijo que si un día la mierda tuviera algún valor, los pobres nacerían sin culo. Qué verdad más grande.

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