ESPIRAL. MÁS ESPIRAL

Naturalmente sin final previsto. Así son las espirales.
La de hoy no es ni discutible.  Se toca,  se siente y se respira.
Es sabido que la materia no se destruye ni desaparece. Se transforma.
Exactamente le ocurre al dinero, que es riqueza  que es oprobio que es garantía que es pasta que es materia material.  No, es indestructible. Los dineros generan riqueza. La riqueza engrosa el número de ricos. Los ricos cada vez son más, y más ricos.  Ergo los pobres cada vez son más y más pobres.  Luego cómo siquiera concarar esa dicotomía Riqueza-Crisis habida cuenta que las dos crecen en la misma proporción.
No sé dónde nace la perversión. Mucho menos conozco qué milagro pondría fin al desorbitado crecimiento y poderío de los 'la minoría millonaria', y acabaría con el vergonzante escalafón de depauperados, tantos ya.
Alguien deja caer como pieza  clave eso de los mercados. La crisis de los mercados. El problema de los mercados. Las políticas de mercados. Cuyos dueños son los financieros, que jamás han sufrido las embestidas de una crisis ni aguda ni leve.
Grecia saldrá a trompicones de la suya, si se le aflojan los cercos.  Y si la Europa privilegiada lo impone.  Y aquí, por nuestros lares, seguiremos mascando la tragicomedia de 'los ricos nunca lloran y  otros se mueren de risa'.
De pobres no salimos, no hay manera. De la crisis, todavía peor, crescendo, como el canon y en espiral conformada.