PINTABA SUEÑOS

Los satélites y cometas navegan por el espacio a velocidades de vértigo.
Mi cabeza a punto de la desintegración galáctica:
He tenido un mal sueño. Soñaba como en estado catatónico  que me rondaba un séquito de  micromoscas y se apoderaban de mi cerebro. No podía creerlo.
Me susurraban una y otra vez que en segundos desaparecerían  para siempre la tierra, el mar y el aire.  Y mi particular mesa electoral y hasta las cabinas con sus correspondientes urnas de cristal irrompible.
Y  me cercaba a partes iguales un vértigo y un temor  invencible de no llegar a tiempo de depositar mi papeleta.
Era como un pasaje cósmico en el que moscas infernales, políticos afanados en campaña y murmullos de mi 'Radio Intercostal',  competían proporcionándome la constante cantilena de los porcentajes de voto y encuestas.
Y pensaba en mi ídolo de masas  fundido en  la eclosión de júbilo .
Mi ídolo estaba envuelto en decorados de banderas multicolores. El Palacio de los Deportes se empequeñecía por segundos. Mis ídolatrados, en sus atriles aceptando vivas y aplausos tamizados en el sueño reparador. Mi ídolo me  sonreía complacido, al tiempo que ahuyentaba las moscas impertinentes.
Y yo soñaba con despertar sumida en el resplandor neuronal.
La campaña tocaba a su fin y el sistema financiero aún no daba señales de rehabilitación.
Y el mercado de capitales erre que erre con su codicia de hacerse gerente de políticas y políticos.
¡Qué  confusión la mía, a remolque entre Morfeo y las sábanas confortables. Entre el Bien, mi ídolo, y el Regular-Mal, mi antiídolo!
Cómo ordenar mi hoy y mi mañana, pendiendo ambos de una más que simple papeleta en blanco y sepia, con letras bien  marcadas a fuego y tinta china: VOTA.
Y votaba.  Las moscas, en un aparente renuncio, emprendían vuelos planetarios mientras me invadía un suave vaho de libertad y relax.
Aún dormitaba Venus junto a su Luna pimpante.
Y botaba incluso, sumida en el convencimiento de dar carpetazo y solución a la cuadratura.  Y no precisamente del círculo.
Horas  más tarde se deshizo por completo el embrujo de la ensoñación, dejándome a solas  deshojando el SÍ del Progreso. El NO, del retroceso.
Comprendí de inmediato que mi voto en libertad estaba más que justificado con el SÍ.
En despertando acerté a ver   un cuadro dispuesto para un Van Gogh
Otro, para Georges Fidrich Häendel.
En esas,  consideré qué camino tomarán los indecisos.
Los que que ni saben ni contestan.
Los que sin proponer solo despotrican
Los que saben más de la misa la mitad
Los que alguna vez aprenderán a saber.
Los que corregirán sus yerros cuando yerren.
Para todos/as, con amor,  ¡pintura y música, maestro!