UN DÍA DESPUÉS

He visto anunciar el nuevo día.
Ha sido felizmente como de resaca absoluta.
Imposible digerir de golpe el monográfico merecido de las radios.
Solo ha habido respiro para algún corte publicitario y en tal caso, sin tocar el dial, para ordenar la noticia, asimilar el comentario y rebelarse contra los que ayer calificábamos de 'SÍ-PERO-NO'. Que son unos cuantos.
El peligro ahora es mezclar la solución de la violencia con el aprender a llegar a acuerdos, a entendernos todos, a administrar con cordura el tiempo de  paz. Ayer decíamos reconciliación.
Hoy sigue siendo lo mismo.
Habrá movimientos  de acá y de allá que se utilicen con torpeza.
Quien esté llamado a gestionar los nuevos tiempos, deberá dejar de pensar en maitines, inoportunos, para aprender a allanar el camino en lugar de colocar chinas punzantes: En esta marcha por la libertad no pueden tener cabida.
La convivencia nos obligará a acordar entre todos, no sin complicaciones.
Una voz de discurso arrancará ovaciones emotivas ante la afirmación de que la libertad y la razón se abren camino entre la barbarie.  Poco a poco nos desperezamos con esta sensación de despertar  inusualmente feliz.
Hoy se va desvaneciendo el logo ETA para dar paso a una pátina transparente, pintada de ocres cálidos sin  contaminar.
Hoy, como ayer en sentido cronológico real, damos por bueno el espíritu irreversible del comunicado y lo cantamos con los colores del otoño.
En ellos estamos sin remisión abrazados todos.
El otoño no admite bandos.
Antes los habrá desleído en pinceladas pastel.