domingo, 20 de marzo de 2011

NADA SERÁ DIFÍCIL



Entre que nada es absolutamente difícil  y que nada, prácticamente imposible,  media un paralelismo más que notorio.
Claro que se entrecruzan diversos trazos excepcionales.
Pongamos por caso que  la eterna felicidad tiene sus propios límites preestablecidos. Como los tiene la eterna perfección. No digamos la sempiterna juventud, hoy por hoy aún no ilimitada. 
Derribar estos  límites sí es al menos complicado. De suerte que circulan sueltos  por el mundo,   mundanal mayormente, los más osados que incluso se atreven a plantar cara al tiempo deteniéndolo. ¿De qué  procedimiento se valen para ello? Aquí aparece la primera  sencillez:  Congelarse el rostro. Una vez la cara al máximo frío, conservará intactas todas las características primigenias hasta la descongelación cuando llegue el caso. Tal práctica no es infrecuente  Y se encuentra sobre todo entre ejemplares masculinos. Artistas de famoseo, presentadores , actores cantantes así como algún político de empaque.
Otros no arriesgan tanto y para dar un salto a lo todavía más difícil  se permiten no más que ponerse bien ajustada una máscara /careta que tan solo se retirarán para dormir.
En la búsqueda infatigable del elixir de la juventud, garantizado, surge el método estrella: La tradicional operación de toda la vida, que contempla   toda una amplia gama de toques y retoques sobre todas las zonas corporales imaginables: Narices, orejas, frentes, mentones, ojos, ojeras y quita de aquí para poner allí. Si no es suficiente, unas cuantas inyectables de botox y el cambiazo  está servido. Nada difícil.  Naturalmente  no todo se reduce a lo meridianamente claro:
¿Qué puede hacerse, que no sea operación,  cuando las neuronas se nos van a pedazos?  ¿O cuando nuestros chips del cerebro ya no nos responden  fundamentalmente por estar  hartos? ¿O inservibles,  para el desguace?
Porque aquí la cirugía tradicional y aun la ultramoderna tienen poco o nulo campo de acción.
Parece como si a falta de minerales esenciales nuestras queridas neuronas sufrieran una aparatosa oxidación anquilosación y se negaran las pobres a admitir una sola idea nueva, un solo proyecto, un simple nuevo plan.
Pues bien, no cabe  intervención aconsejable ni se sabe exista un buen equipo médico habitual que interactúe en este caso singular.
Para cuando el cerebro    te va diciendo que hasta aquí hemos llegado, y tu cara y cuerpo no admiten  más, por saturación,  queda un recurso infalible que actúa sobre ti como si toda tu esencia pura fuera un simple ordenador.
En tal caso, si ya no rinde, es posible cambiarlo por un nuevo modelo.
El mercado está colmado de ofertas a precio estupendo.  No exagero:
"Todo a cien. Todo a pulmón".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares