En cuanto se rompe el hilo de la monotonía, con lo bien que uno se encuentra monótono, sin sobresaltos, sin sinvivires, ya está zurciendo la noticia que te pasma total.
Y empieza la duda.
Hoy, no una: Dos
La primera viene con secuencias políticas, ya se sabe cuáles.
La segunda, mucho más entrañable, más vulgar, guarda relación estrecha con la ensalada. Sí, eso dije.
De lo primero se me apodera la disyuntiva entre Alfredo Pérez Rubalcaba y ...Rubalcaba sencillamente. Quiero disipar mis dudas entre el apellido a secas y el nombre completo.
Tiene tirón este hombre bueno. Lástima que no guste demasiado, como era previsible, a sus de toda la vida adversarios de cancha. O más bien que les gusta demasiado y por tanto lo temen como a un nublado. Y como a nublado, lo intentarán fumigar, para que se le agoten las malas hierbas.
Esa es mi duda. Por eso pienso y al final incluso doy en el clavo
¿Rubalcaba? Yes, Pérez Rubalcaba. Falta saber qué estrategias sacarán a la palestra los del 'Mariano's Club' para justificar el frenazo a las leyes aún pendientes de sacar adelante, que obviamente con el Pepé en el poder nunca verán la luz. Y qué reacción suscitará entre los votantes hipotéticos de la masa desilusionada, indignada, cansada y monótona. Duda consiguiente.
Respecto al siguiente punto de fricción. Vean:
Respecto al siguiente punto de fricción. Vean:
Después de casi dos décadas rindiendo el culto debido a tan fantástico producto como es la soja, llega mi orientador sanitario,
invisible para más señas, solo que me consta que es de las altas esferas, y me desmonta toda la fe que me habían hecho depositar en la suculenta leguminosa, mitad extraña, mitad maravillosa. Es que valía para todo. Bastaba una muestra cualquiera de soja diariamente para asegurarnos la salud perfecta.
Entonces, ¿ a quién hago caso?, me autopregunto.
Si a los dietistas del pasado, que nos han llenado la cabeza y los supermercados de tan raros rabitos blanquecinos, con la recomendación de que su ingesta iba a ser panacea casi universal de muchos males modernos.
O si por el contrario a estas voces encontradas (aquí en seguida que levantas la voz sientas ex catedra..) que tiran por tierra las excelencias de la leguminosa esa, tan asiática, tan inocua, tan china de los chinos, explicando que no era para tanto la utilidad de la soja.
Digo yo si no nos querrán meter algo nuevo y diferente, en plan comida, que equilibre de un plumazo los desajustes comerciales de las grandes cadenas.
-"¿Tú, qué, soja?
-Pues ahora , mijo que está que te cagas.
-O si no, cañamones, como preparado para los pájaros de mi jaula virtual"
A lo que íbamos: Que con estas recomendaciones del organismo para la Salud nunca sabrá uno a qué atenerse.
Lo que te pintan excelente hoy puede que mañana, o dentro de unas horas si te descuidas, sea la peor de las cicutas socráticas.
La reflexión me lleva a poner las cosas en su sitio:
Ni el "todo es bueno p'a el convento", que se repetía allá por los años de la carestía, cuando se comía todo porque no había nada. Ni el "todo lo que no mata engorda", y aquí entraba de un todo, hasta la soja del aceite de pésima calidad de antaño. Ni los cantos de sirena en que la publicidad y la superabundancia nos han colado de rondón en nuestras dietas hasta los inofensivos brotes de la dicha soja.
No crean que la verdad se sabrá fácilmente.
Y si le gusta la soja, ¡A por ella, no se prive!
En cuanto a los expertos en nutrición, que lleguen a un consenso, se pongan de acuerdo y no nos mareen la perdiz, Que no es otra cosa que sembrar dudas.